miércoles, 19 de diciembre de 2012

De espinas y rosas.



Esta reflexión irrumpió en mi cabeza una noche húmeda en alguna calle de Buenos Aires, a raíz de escuchar, una charla impensada con alguien impensado, alguien que agradezco a la vida o el destino por ir conectándonos poco a poco. En una caminata noctambula, esa noche, se prendería una luz en mi interior. Luz que quisiera contagiarles.
Les propongo un ejercicio, imagínense a uds mirando una rosal, que es lo que les gusta de el? Lógicamente, la flor. No el tallo, no las espinas, sino la flor que lucho por salir y lucha por mantener su belleza.
Ahora miremos nuestra infancia. Desde chicos nos intentan proteger. Nuestros padres, o uno de ellos, intentan que uno sufra lo menos posible (para eso ya va a haber tiempo, se dicen a sí mismos). Cualquier madre que este leyéndome en este instante la invito a que se pregunte cuantas veces preservó a sus niños o no tan niños (adolecentes) de lo “malo” que ellos podían experimentar. Es un acto reflejo desde que nacemos. Sobrevivir y proteger a los que amamos. Y si un niño se cae es frecuente escuchar…”no paso nada, levantate, no duele” con toda dulzura.
Sabemos que con respecto a nuestros hijos, padres, o cualquier ser querido, llega un punto en la vida que fuertemente nos muestra un límite a nuestra omnipotencia. Sabemos que el adolecente va a sufrir con su primer novia o novio, pero no lo podemos evitar, tiene que ser asi para su crecimiento. Este es tan solo un ejemplo.
Mi reflexión empieza desde aquí…ojos que no ven, corazones que no sienten. Nos esforzamos en mostrarle y darle todo el amor posible a nuestros hijos antes de que la vida se desnude y ellos solos aprendan sobre el dolor.
No conozco a nadie que no haya sufrido en la vida, a nadie. Ni el más rico, ni el más pobre, ni el más estúpido, ni el más inteligente. Entonces, porque les enseñamos el amor, mas no el dolor? Porque no le enseñamos que hacer con el dolor? Es que acaso no aprendimos nosotros los “adultos” que se hace con el dolor?.
El dolor es inevitable, si así lo sabemos, deberíamos prepararlos y prepararnos para lo inevitable. Como prepararnos/arlos para lo inevitable es la pregunta?.
Intentare llegar al menos a una respuesta, de las tantas que debe haber…Si algo duele, como por ejemplo, al chico de 15 años que su novia lo deja, poco consuelo parece decirle que hay más mujeres y que seguramente volverá a enamorarse. Todo pasa. Eso es seguro.
Tal vez, lo que hay que decirle, es “si, duele, pero eso te muestra que amaste de verdad”. Seguramente no será más consuelo que la anterior respuesta, pero al menos le hará ver mas allá de su dolencia. El dolor nos busca, la felicidad hay que salir a buscarla, requiere esfuerzo. Me gusta esta frase. Hay que esforzarse en ser feliz. Eso tal vez hay que enseñarles a los hijos y a nosotros mismos.
Cuantas veces lei la frase “viví cada día como si fuera el ultimo”, disfruta cada beso como si fuese el ultimo, etc. Hoy te digo a vos, que si alguien que querías mucho falleció, te duele porque lo amaste y te amo a vos. Cada dolor en la vida, tiene un contraste. Ese contraste es el que hay que esforzarse por crear.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nuestra Casa



Cada latido del corazón, nos lleva un paso más adelante en la vida. Cada latido, aunque no le prestemos atención, nos dice que estamos vivos.
De repente me siento perdido hoy, pero presiento que es ese momento más oscuro…justo antes de que amanezca. Es nuestra obligación vivir cada instante con la intensidad de saber que puede ser el último, y con la sapiencia y esperanza de que no lo sea.
No sé bien porque, pero si buceo y navego en este mar, hasta dejar  que se aquiete el agua, puedo verme alejado de mis penurias para escuchar las tuyas, aunque me encuentro solo frente al teclado. Entiendo que es tu dolor el que siento esta noche hermano, y se mezcla con el mío hasta confundirse. Estas en mi corazón y en mi alma.
Mi casa es donde crecí y mis amigos juegan en las calles hasta que las noches de primavera abrazan nuestros sueños. No hay tiempo real que transcurre ni emociones que se escurren. Nuestras madres arropan nuestra amistad para que dure por siempre. No hay dolor que podamos ver o sentir, esta magia de juventud nos protege hasta la vejez. Es allí donde tu alegría es compartida y tu dolor es señal de batalla para todos. Es allí donde juntos no existe la derrota.
Es allí donde el perfume a jazmín te avisa que llego la primavera. Es allí donde se mezcla el perfume adolescente con anécdotas e historias que llevan cualquier tristeza a dormir.
Hoy me pongo de pie por tu herida hermano, dispuesto a dar batalla hasta que mis rodillas se quiebren de  dolor. Solo lloraré cuando este solo. Solo enfrentaré mis fantasmas después de haber ahuyentado los tuyos. Solo empuñaré mi espada después de que te duermas y sientas que no hay peligro.
Mi casa y mi mundo parecen estar lejos en momentos como este, pero si los llevamos siempre dentro de nuestro corazón, están más cerca de lo que creemos. Después de todo es nuestra construcción. La calle de tierra con zanjas al costado y la esquina de barro y pasto, confidente de largas charlas, seguirán ahí mientras así lo queramos. Reflexiones hasta la madrugada acompañados de vinos baratos y primeros cigarrillos. Arcos y flechas artesanales que nada tenían que envidiarle a los envasados. Travesuras inocentes. Barrio de primeros noviazgos, de primeras valentías. Corridas veraniegas, bombitas y peleas. Justicias y aventuras. Mis sonrisas y las tuyas.
Amigos que se cubren cuando hay que llorar. Tus amigos te cubrimos ya que hoy te toca llorar.
A vos hermano, hoy y siempre, contigo. Ya volveremos a casa. Quédate tranquilo que cuidamos el umbral.